Cada sueño necesita una meta. Cada camino necesita de
un valiente que lo enfrente. Cada hombre necesita nuevos retos. Cada
motociclista necesita tener una máquina que esté a la par de sus metas, de su
valentía, de su estilo de vida.
Para satisfacer todas esas necesidades, hace 7 años el mercado motociclista colombiano vio cómo, de la mano de Auteco, llegó a Colombia una moto que rápidamente se convertiría en leyenda: la Pulsar había llegado para quedarse. El transporte, la independencia, la libertad, el estilo de vida y el culto que se generó en torno a las diferentes versiones de esta moto, cambiaron la cultura motociclista del país.
Para satisfacer todas esas necesidades, hace 7 años el mercado motociclista colombiano vio cómo, de la mano de Auteco, llegó a Colombia una moto que rápidamente se convertiría en leyenda: la Pulsar había llegado para quedarse. El transporte, la independencia, la libertad, el estilo de vida y el culto que se generó en torno a las diferentes versiones de esta moto, cambiaron la cultura motociclista del país.
Alrededor de lo que
parecía ser una simple máquina se generó una cultura, una excusa para
acercarse, para crear clubes y descubrir puntos de identificación con personas
que vivían a kilómetros de distancia.
Fueron los
“Pulsaristas” quienes empezaron a encontrarse y a viajar por diferentes partes
del mundo. Un largo camino en el que Auteco siempre ha estado a su lado.
Desde entonces, son
ellos quienes le han dado alma y corazón a esta motocicleta.
Son ellos en quienes
Auteco siempre ha pensado, buscando darles el mejor servicio y la mayor
calidad.
Así, hoy, cada vez
que un “Pulsarista” se sube a su motocicleta puede tener la seguridad que va a
vivir únicas e intensas emociones.
Lo demás es parte de
una historia que
se sigue escribiendo, ahora en 220 centímetros cúbicos.
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